(El País) / El último informe de Sociedad Digital en España presentado por la Fundación Telefónica no se parece en nada a los que lo han precedido durante las últimas dos décadas. Es una foto del año que el golpe de la pandemia nos volcó en internet y en la búsqueda de conexiones en remoto tanto en las relaciones familiares como en las profesionales. Como dice su título, es el año que todo cambió. Ningún indicador se ha mantenido estático. Desde el teletrabajo, donde hemos pasado de un 5% a un 34% de trabajadores desempeñando sus funciones en remoto, hasta el comercio online, que ha experimentado la mayor subida de la historia y ha alcanzado por primera vez a más de la mitad de la población, con un 53,8% de los usuarios comprando por esta vía.
“El informe nos permite trazar una raya tendencial muy clara de hacia dónde vamos a ir en los últimos años. Estamos ante un punto de inflexión de verdad”, señala Sergio Oslé, consejero delegado de Telefónica España, durante la presentación del documento. Pero todo empezó en marzo, con el inicio del estado de alarma, y la gran avalancha de usuarios que se descargó sobre internet. El día antes de este éxodo a lo virtual, en Telefónica se preguntaron si las redes iban a aguantar, recuerda el directivo.
El tráfico creció un 60% en las redes móviles, un 40% en las fijas y alcanzó un incremento de 45% en el apartado de voz. “Nuestra vida en este año fue una necesidad de estar cerca de la gente que queríamos”, resume Pablo Gonzalo, responsable del área de cultura digital de Fundación Telefónica. Y la infraestructura del país estuvo a la altura: no se registraron grandes incidentes de conectividad. “Tenemos una de las redes más avanzadas del mundo. Pueblos pequeños de España tienen una mayor cobertura de fibra que muchas capitales europeas”, sentencia Oslé.
Esas redes fueron básicas para sostener a una masa de teletrabajadores que pasó del 5% al 34% de la noche a la mañana. Un hito sin retorno, con un 84,1% de los empleados satisfechos o muy satisfechos con el hecho de haber podido continuar con su labor profesional desde casa, pero que sigue dejando tareas pendientes. “Es algo que ha venido para quedarse, pero no en ese modo de teletrabajo que no ha sido conciliación laboral. Lo que hemos vivido no es conciliación, es esclavitud digital. Tenemos que avanzar hacia un equilibrio entre la vida personal y la profesional”, prescribe Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia artificial.
En cuanto al consumo de internet, se registraron incrementos en todas las categorías y grupos demográficos, con las subidas más marcadas concentradas en los grupos de más edad. Un 81% de los usuarios utilizaron la red varias veces al día, frente al 74,9 de 2019. Las limitaciones de la pandemia han convertido además los contenidos digitales en el centro de nuestra actividad de ocio: un 62,3% de los usuarios de internet han visualizado contenido multimedia en 2020, y el 60,6% ha escuchado música, programas de radio o podcasts. “Ocho millones de hogares en España pagan por contenido de televisión. Algo que hubiera sido impensable hace 5 años”, subraya Oslé.
A esto se suma la compra de todos aquellos bienes y servicios cuya disponibilidad y accesibilidad se vio severamente limitada por los distintos confinamientos. Por primera vez, más de la mitad de la población española con edades entre los 16 y los 74 años ha comprado a través de internet. Además, más de un tercio de los usuarios han gastado entre 100 y 500 euros en estos comercios. Las principales categorías de productos físicos adquiridas por esta vía fueron vestimenta, comida a domicilio, artículos deportivos y muebles o accesorios para el hogar. Y las plataformas más recurrentes para estas compras son Amazon o las propias webs de las tiendas.
No es tan halagüeño el retrato de la participación de los comercios españoles en este fenómeno: el porcentaje de facturación de las empresas patrias a través de este canal se sitúa en un escaso 17%, por debajo de la media europea y lejos de los líderes de la región, como Irlanda, Bélgica o Chequia, que rondan el 30%. “No queremos ser un país de consumidores en lo digital. Debemos ser generadores de negocio en lo digital”, advierte Artigas.
Otras debilidades se han puesto de manifiesto en el ámbito educativo. Aunque, señala Gonzalo, la tecnología ha permitido “amortiguar el golpe” que supuso la transición forzada a la formación online, el informe de Telefónica revela que un 20,2% de los asistentes a clases experimentaron dificultades de conectividad, organización o capacitación para usar las herramientas, entre otros. En el lado de los docentes también se han dejado ver carencias en cuanto a las competencias para integrar dispositivos digitales en la enseñanza y los recursos disponibles para adquirirlas.
“Mientras tenemos un 40% de personas en España que ya han conseguido competencias digitales en España, seguimos teniendo más de un tercio que no tiene competencias básicas”, precisa Artigas. Aunque las habilidades de los españoles en este ámbito se han consolidado a marchas forzadas por las limitaciones de la pandemia, quedan tareas pendientes como las que evidencia la falta de personal formado en sectores estratégicos como el de la inteligencia artificial. “Más allá de los números, lo que la digitalización tiene que abordar es la transformación del modelo productivo del país: expandir nuestra creación de riqueza a modelos que vayan más allá del trabajo cualificado”, matiza Oslé. “Las infraestructuras ya existen. Tenemos las autopistas de digitalización necesarias para impulsar esta transformación”.