Teletrabajar y educar a los niños en casa está siendo un reto para muchos padres en esta pandemia, un desafío que una iniciativa de voluntarios en Países Bajos trata de hacer más llevadero con una línea telefónica para que los progenitores llamen para quejarse, recibir una sesión de meditación o expresar su frustración a gritos.
La escena diaria es la pesadilla de muchos padres: hacer el desayuno, duchar y vestir a los pequeños de la casa, correr hacia el ordenador para estar lo más adecentado posible para esa videollamada mañanera con los compañeros de trabajo, ponerse a escribir un informe, hasta que uno de los niños interrumpe con una pregunta sobre cómo hacer ecuaciones o cómo diferenciar la fusión y la fisión porque tiene un examen al día siguiente.
“Cuando te hartes, llámanos”. De Oudertelefoon es un teléfono para padres, niñeras, abuelos o matrimonios desesperados llenos de preguntas en plena pandemia sobre “la crianza de los hijos o con problemas familiares”. Al otro lado del aparato hay voluntarios que contestan en inglés o neerlandés, llenos de paciencia y ofreciendo un oído atento para aliviar a quienes están ante la desafiante tarea de sobrevivir al confinamiento total.
La fundadora y directora de la idea, Rolien Sandelowsky, explica a Efe que, cuando estalló la pandemia en marzo de 2020, pensó que “los padres que más necesitan ayuda no serán los que tengan tiempo para buscar en internet ejercicios de liberación de estrés, querrán algo más accesible”. Cuatro colegas -jóvenes sin hijos- se pusieron en marcha, sin presupuesto, y montaron el teléfono, la asociación, el seguro y la campaña para darse a conocer.
La llamada es “siempre segura, anónima, gratuita y para todos los padres” y el objetivo es luchar contra el “tabú” de pedir ayuda en tiempos difíciles, por lo que unieron fuerzas y movilizaron a unos 35 voluntarios expertos en salud, educación, pedagogía y psicología para ofrecer el respaldo a quien lo necesite: “No les decimos lo que tienen que hacer, los escuchamos y ellos llegan a sus propias conclusiones”.
PEGAR GRITOS: LA ÚLTIMA APUESTA
Algunos llaman avergonzados por el sentimiento de frustración por el comportamiento de su hijo, o con tono de rabia porque los padres, separados, no se ponen de acuerdo sobre qué hacer con los pequeños. A veces también se escucha pánico, preguntas en voz baja o una voz anciana de algún abuelo que lleva años sin saber nada de su hijo.
La idea a priori era escuchar las quejas de los padres o darles una sesión de meditación para que puedan respirar hondo, pero casi un año hizo ver a estos voluntarios que lo que necesitan muchos padres es pegar un grito para sacar su rabia. “Porque, como padre, a veces no tienes ganas de hablar, solo quieres expresar tu frustración”, dice la organización.
“Los padres pueden ahora gritar al teléfono, una opción que tiene unos días y está a punto de explotar. Ha sido elegida por más de 1.200 padres. Cada pocos minutos, alguien llama para gritar. Lo sabemos porque vemos qué opciones se eligen: uno para hablar con un voluntario, dos para meditar y tres para gritar, que es la que están eligiendo como el 80 % de los padres estos días”, explica Sandelowsky.
Al otro lado del teléfono no hay nadie: una operadora saluda, dice a los padres que “pueden gritar después del pitido” y suena una música metalica para acompañar el grito.
“Todos nos llevamos las manos a la cabeza alguna vez, y no es nada de lo que avergonzarse”, explica la organización. En Países Bajos, ya existía el teléfono para niños desde hace años, el Kindertelefoon, que recibió en los meses de la primera ola más llamadas que en toda su historia.
PREGUNTAS FRECUENTES
El ritmo vital anterior al confinamiento y el teletrabajo permitían estar el suficiente tiempo fuera de casa como para obviar el carácter de los niños, o para evitar roces que solo se evidencian al pasar mucho tiempo entre las mismas paredes. “La tensión en casa es alta, no siempre eres el educador que te gustaría ser, así que puedes hablarnos de eso”, dicen.
Y los ejemplos de estos meses han sido muchos. “Me siento rechazado por mis propios hijos”, relataba un padre de 48 años. “Mi pareja usa un enfoque mucho más duro que el mío para criar a nuestros hijos”, se quejaba otro progenitor de 53 años.
Una madre de 36 compartió con los voluntarios su angustia porque “sufría con el ambiente en casa”, y una abuela de 72 años lamentó que su “hija era muy posesiva con el nieto”, lo cual hacía sufrir a esta anciana.
Una de las preguntas clave es qué hacer con un hijo que se aburre, algo que los psicólogos creen que “a veces es bueno porque puede llevar a mucha creatividad”, pero en exceso “puede ser perturbador”, admiten, por lo que ofrecen una lista de recomendaciones y actividades divertidas.
Muchos llaman pidiendo consejos sobre cómo hacer que sus hijos hagan las tareas con las escuelas cerradas. “Explíqueles que no es festivo y que sus tareas siguen como de costumbre, supervise a los más pequeños con sus tareas”, les explican. El próximo lunes reabren colegios de Primaria y guarderías en Países Bajos, un pequeño alivio para los padres que aún tendrán que seguir teletrabajando, pero rodeados de silencio. / Vía: EFE-