WhatsApp: nuevas políticas de privacidad y el impacto en sus usuarios

Por Elaine Ford*

Hace unos días fui invitada por el capítulo de Uruguay de Internet Society (ISOC) a una mesa regional para comentar la situación actual de WhatsApp. Era oportuno examinar en qué consisten sus nuevas políticas de privacidad que tanto revuelo han causado, considerando que es un aplicativo de mensajería con más de dos mil millones de usuarios. Seguramente, usted que me lee, también es usuario de esta plataforma. Pero además, desde mi perspectiva era necesario mostrar cómo un error comunicacional, mezclado de confusión y desinformación, ha generado un severo impacto por el quiebre de la confianza digital y, del otro lado, ha revelado la existencia de una ciudadanía cada vez más comprometida con la protección de sus derechos en línea.

WhatsApp fue comprado por Facebook en el año 2014. Desde el año 2016 se implementaron sus nuevas políticas de privacidad que incluye el encriptado de extremo a extremo a fin de proteger la privacidad de las conversaciones. A la fecha se ofrecen dos alternativas: el WhatsApp entre personas y WhatsApp Business, ambos de acceso gratuito. A raíz de la pandemia por COVID-19 la corporación de tecnología decide apostar por las PYMES y los emprendimientos en vista de la mayor participación online y la necesidad de apoyar la reactivación de las economías.

Es acá donde WhatsApp empieza a ofrecer a las empresas el uso de su API y su interfaz, el mismo que ya es utilizado por las grandes compañías, tales como KLM, Booking y Despegar. A través de la API y la interfaz se ofrece una estructura armada, diseñada y alojamiento, generando beneficios a las empresas. Servicios que, a su vez, son manejados por terceras partes a los que denominan Business Solution Providers (BSP). Las BSP son empresas autorizadas que cumplen estándares de seguridad para brindar estos servicios.

Por tanto, el cambio de las políticas de privacidad se va a dar justamente en este nuevo producto de negocio, al anunciar la participación de las terceras partes o BSP y, solo en estos casos, las comunicaciones no van a estar encriptadas. En ese sentido, lo que WhatsApp busca es lograr mayor transparencia, comunicando a sus usuarios-empresas cuál es la BSP que participa en esta comunicación y la forma en que recopilan y usan los datos.

Entonces, hay que resaltar que estos cambios de privacidad no se dan en el plano de las conversaciones entre personas. Para ellas se mantienen las mismas políticas, estándares y compromisos, como lo es el cifrado de extremo a extremo, protegiendo así la privacidad de los datos. Esto último es muy importante resaltarlo, porque lo que hemos visto en las últimas semanas es el éxodo masivo, la paranoia y la migración a otras plataformas de la competencia con características similares, como Telegram o Signal.

Solo para tener una idea, Telegram ha logrado en el pasado mes de enero 63 millones de descargas, convirtiéndose en la App más descargada a nivel mundial. Y Signal alcanzó 8,8 millones de nuevos usuarios durante las primeras semanas del mes de enero. (1)

Frente a este escenario, hay dos ideas importantes que es necesario señalar: la primera está relacionada a las consecuencias y especialmente al quiebre de confianza generado por WhatsApp hacia sus usuarios. Ese error de comunicación, acompañado de desinformación y confusión por parte de los internautas, no solo ha generado la movilización a otras plataformas, representando pérdidas para la corporación tecnológica, sino ha roto ese pilar esencial llamado confianza, que es el sostén de toda interacción digital.

Esto es lo más alarmante, porque será muy dificil repararlo, tomará tiempo y WhatsApp tendrá que aplicar otras medidas para resarcir el daño. De hecho, se ha tenido que postergar al 15 de mayo los nuevos cambios de las políticas de privacidad ya descritos, cuando originalmente la fecha era hoy, 8 de febrero.

La segunda idea que se desprende de todo esto es algo muy positivo sobre el comportamiento del usuario digital. Vemos una mayor conciencia de los individuos por proteger su privacidad, por resguardar sus datos personales. Esto significa también navegar seguros, afianzar la confianza digital y no sentirse vulnerables en el ámbito online. Quizás hace cinco años en nuestra región no hubiera habido esa preocupación o reacción tan notoria. Y eso es muy alentador porque actualmente se está observando una ciudadanía digital más responsable y comprometida con sus derechos y deberes en el ciberespacio.

Desde Democracia Digital hemos diseñado diversos esfuerzos orientados a fortalecer la ciudadanía digital, que consiste en: usar el pensamiento crítico, emplear la tecnología en términos positivos, con respeto, ética y empatía; proteger la seguridad, resguardar la privacidad, reforzar la identidad digital, entre otros aspectos que contribuyen a crear una atmosfera digital donde todos puedan convivir libremente. La reciente experiencia de WhatsApp, entonces, nos sirve de lección para confirmar que hoy en día vivimos una sociedad de usuarios digitales más consolidada, capaz de reaccionar veloz y enérgicamente cuando siente que sus derechos pueden verse afectados.

* Elaine Ford es directora fundadora de D&D Internacional – Democracia Digital. Es presidente de Internet Society (ISOC) – Perú y autora del libro “El reto de la democracia digital. Hacia una ciudadanía interconectada” (2019).

(1) Datos tomados de la firma Sensor Tower. / Vía: democraciadigital.pe-

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